viernes, 16 de diciembre de 2016

El valor de la CONFIANZA (Mt 1, 18-24)

En el cuarto domingo de Adviento la liturgia se fija en una figura histórica que normalmente ha pasado muy inadvertida. Sus menciones y referencias en la Escritura son mínimas y, en consecuencia, la figura de José ha quedado muchas veces relegada al culto y la piedad popular sin caer en la cuenta de la importancia de dicho personaje.
Hoy quiero romper una lanza a favor de José, el padre putativo de Jesús, sí, pero no por ello sin importancia ni transcendencia en la vida de María y del mismo Jesús.
“Antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo…”. La situación con la que se encuentra José no era la esperada. No era la situación típica para ningún hombre de aquella época y lugar, pero menos aún para José que veía en su prometida María un ejemplo de mujer cumplidora de la Ley y honrada.
“José… que era  bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto”. Las consecuencias de una denuncia por adulterio las conocía José, y por eso mismo no quiso denunciarla, pero su orgullo de hombre, su honra y su instinto más racional le invitan a repudiar, a abandonar, a María.
“Pero apenas había tomado la decisión se le apareció en sueños un ángel del Señor…Cuando José despertó… se llevo a casa a su mujer”. Es cierto que la razón obligaba a José al repudio pero él no era un hombre simplemente racional sino también un hombre emocional, un hombre de fe, de confianza…
Con una situación tan complicada, seguramente, llevó todo aquello que le estaba pasando a la oración más profunda y sincera que hombre puede tener con Dios, se dejó guiar por el amor y la confianza que le profesaba a su prometida María, y soñó con ella, siguió soñando un futuro juntos abiertos a la voluntad de Dios. No podemos explicarlo, quizás no debamos porque nos meteríamos en el terreno de la lógica y la razón histórica y precisamente esta decisión de José no pertenece a ese plano sino más  bien al plano de la fe; Lo que sí es cierto, es que entendió que María no la había engañado y que ambos debían llevar juntos los planes que Dios les había propuesto.
Hoy, nuestra sociedad, desgraciadamente, se está acostumbrando a la separación, se está habituando a la desconfianza y la toma de decisiones rápida para no herir orgullos y honores.
Hoy, la desconfianza se acentúa en las parejas y los matrimonios a causa de las redes sociales, entre otras causas, que muchas veces son el lugar de segundas vidas, pero que otras son simplemente el lugar donde se fraguan fantasmas que atormentan los corazones y la mente de las parejas. Afortunadamente no todo el mundo hace de la desconfianza y la sospecha su reino sino que, como hizo José, hay parejas y matrimonios que confían plenamente y que se abandonan en el amor al otro, encontrando en Dios un proyecto común.
Adviento tiempo para la espera. Adviento, tiempo para confiar…

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