sábado, 26 de noviembre de 2016

"Estad en vela..." (Mt 24, 37-44)

“Cuando venga el Hijo del Hombre pasará como en tiempo de Noé”. Aparentemente este primer domingo de Adviento con el que empezamos nuevo ciclo litúrgico, nos advierte e incluso nos puede atemorizar. Las palabras del evangelio de Mateo parecen amenazantes, más aún si tenemos como fondo el símil, que el mismo evangelio pone, de lo que pasó en tiempo de Noé cuando el diluvio arrasó con todo. De hecho, el temor y la inseguridad han sido la conclusión, valoración y actitudes que han movido durante mucho tiempo la interpretación de este pasaje.
“Estad en vela…”. Sin embargo, a lo que quiere animarnos este evangelio es a estar vigilantes, a actuar siempre de corazón, a no esperar para hacer el bien y actuar como verdaderos cristianos. Este evangelio nos invita a velar por la autenticidad en nuestro día a día y no solo cuando veamos las cosas oscuras o que llegan a su fin. Porque el cristianismo, el seguimiento de Jesús, no ha de ser de momentos (exclusivamente en ciertos tiempos litúrgicos porque son los que más nos gustan…), ni de refugio ante la desesperación o el ocaso de una vida sino que ha de ser un estilo que marque nuestra trayectoria vital, porque no sabemos ni el día ni la hora en el que nos reuniremos con Cristo, y para ello tendremos que estar preparados, y esa preparación no es cosa de dos días, ni ha de ser apresurada o por la imposición de un sacramento, el de la unción, en los últimos minutos de existencia.
Durante mucho tiempo se ha entendido el estar en vela y vigilantes como el mantener una excesiva tensión y preocupación por cada acto, considerando todo aquello que se salía de unas normas casi espartanas, dictadas como preceptos por la Iglesia, como pecados (muchos de ellos mortales) que te llevarían al infierno. Todo esto no era otra cosa que losas difíciles de llevar que evitaban vivir con naturalidad y respirar libremente como hijos de Dios, viviendo continuamente amargados y amargando a los de tu alrededor sin la alegría que ha de caracterizar al cristiano.
Ese estar en vela significa no cerrar los ojos antes las situaciones que claman justicia y necesitan de nosotros. Es cierto, los cristianos no somos perfectos pero intentamos superarnos en calidad humana constantemente, eso no nos lo pueden reprochar y quién lo haga es simplemente porque no es capaz de mirarse y ver que, con ese reproche, está evitando ser responsable al menos como humano de lo que pasa a su alrededor, asignando la salvación del mundo a los demás; Los cristianos no tenemos la exclusiva ni la absoluta responsabilidad de aniquilar el mal en el mundo, pero si sabemos que hemos de hacer algo y lo intentamos. Esa es la razón por la que nos preparamos para acoger a Dios en nuestras vidas cada día, y en ciertos momentos como los tiempos litúrgicos fuertes. En el Adviento, revisamos nuestras actitudes e intentamos mirar hacia adelante siendo conscientes de nuestras debilidades y caídas, pero también con afán de superación y deseos de más Dios en el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario