sábado, 5 de noviembre de 2016

"Como ángeles de Dios..." (Lc 20, 27-38)

Podríamos quedarnos en lo más superficial del relato comentando la capciosidad de la pregunta que los saduceos plantearon a Jesús como muchas otras veces habían hecho, y es cierto que la intención no era inocente, pero las cuestiones que aquí se plantean y la claridad de ideas que muestra Jesús ante ellas merecen nuestra atención y comentario en mayor grado.
Los saduceos eran conocidos, no solo por no creer en la resurrección, los ángeles ni el alma, sino también por su interpretación literal de la Torah, su apoyo a la pena de muerte así como por su permisividad y amistad con los invasores (griegos y romanos) lo cual hacía que vivieran acomodados y ricamente, y por tanto fueran una secta odiada por muchos, sobre todo por los fariseos.
“Maestro Moisés nos dejó escrito…”. La pregunta sobre la legitimidad del matrimonio, en el caso grotesco que le exponen a Jesús, no tenía tanto la intención de resolver dicho matrimonio después de la muerte y su continuidad, sino que sus intenciones eran radicalmente machistas ya que lo que les preocupaba era qué hermano sería el que podría tener descendencia con esa mujer, es decir, cual tendría derecho a toda la herencia y riquezas. En este sentido Jesús les desmonta el chiringuito (si me permitís la expresión) afirmando que aquellos que resuciten y gocen de Dios no se medirán por las categorías que utilizamos los hombres en esta vida, muchas veces injustas, sino que todos seremos iguales, hombres y mujeres, seremos como los ángeles de Dios.  Jesús muestra aquí su respeto a la mujer, en contraste con el trato utilitarista que los saduceos hacían de ella, y les hace ver que la mujer vale y tiene dignidad por sí misma y no sólo por los hijos que aporte al matrimonio; Al mismo tiempo que se reafirma en la existencia del alma y los ángeles algo que ellos negaban.
Todavía hoy, desgraciadamente, es necesario atender a esta enseñanza de Jesús en relación a la igual dignidad de sexos ya que, en muchos casos y por las noticias que vemos a diario, aún no queda claro que la mujer tiene los mismos derechos y dignidad que el hombre. Aún siguen muriendo mujeres en manos de sus maridos, más bien verdugos, porque sienten que son de su propiedad al estilo saduceo. En este sentido también en la Iglesia hemos de revisar y revalorar el papel de la mujer intentando darle el lugar que se merece y que Jesús dio a las que eran sus discípulas.
En este diálogo de los saduceos con Jesús vemos clara la postura y creencia de Jesús en relación a la resurrección. Es respetable (ya que muchas personas así lo ven), pero creo que nos quedaríamos muy pobres, creyendo en Jesús sólo como un maestro moral o un gran hombre ya que no se limitó a ofrecer enseñanzas que se quedan en esta vida sino que mostró su firme creencia en la vida con el Padre, su creencia en la resurrección del alma.
“No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos”. Los cristianos no podemos titubear en lo que es el pilar de nuestra fe. Un cristiano que no cree ni tiene esperanza en la resurrección no puede llamarse cristiano como tal, ya que no espera de Jesús nada más allá de normas morales que sirvan para ser mejores en este mundo, y eso es quedarse con la mitad del mensaje del Reino que nos trajo Jesús.

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